Tomillo Seco

Las primeras referencias históricas al tomillo nos transportan al Antiguo Egipto, de cuyo término tham deriva el nombre científico Thymus, donde era empleado como ungüento en embalsamamientos y quemado como purificador del aire durante las epidemias. Los griegos también conocieron sus propiedades medicinales para los males del pecho, como antiséptico o contra los dolores articulares, como se recoge en los escritos del médico y filósofo Galeno. Ya en época romana Virgilio le otorga el nombre actual en latín, Thymus, haciendo frecuentes referencias en su obra Geórgicas, Libro IV, a sus propiedades en el cuidado de las colmenas con textos como:

«Como si enferman, las alienta al vuelo
el gálbano y tomillo en humo y llama,…
Bullen de actividad [las abejas],
y la miel huele con la fragancia del tomillo.»

Entre los romanos era frecuente su uso en los baños por sus propiedades estimulantes, en la cocina perfumando vinos, quesos y carnes. Se cree que en esta época los conquistadores romanos extendieron el cultivo del tomillo por Europa occidental. En la Antigua Bizancio, por influencia de Roma, aparecen elaboraciones de recetas con el tomillo como aderezo en sopas, carnes y salsas. En la Edad Media la literatura recoge un uso medicinal, aromático, conservador de alimentos e incluso, como amuleto protector que entregaban las damas a sus caballeros antes de marchar a la batalla.

A partir del s. XVI existen referencias de su cultivo por toda Europa, pero no es hasta dos siglos más tarde cuando se desarrolla su comercio. En 1725 el boticario germano Newmann obtiene por destilación el aceite esencial de tomillo, empleado actualmente como potente antiséptico en numerosas fórmulas farmacéuticas y cosméticas.

A partir del s. XVIII, el tomillo se ha plantado y recolectado para obtener su esencia, muy apreciada por las industrias de perfumes y licores. Los agricultores arrancaban de raíz las plantas que recogían para venderlas al peso, devastando muchas zonas de producción.

Son múltiples las leyendas en todas las épocas sobre esta planta de fabulosos poderes. La más difundida, basada en la mitología Griega, afirma que la planta del tomillo brotó de una lágrima derramada por Helena de Troya, de la que los guerreros obtenían fuerza y coraje para la lucha. Estas mismas propiedades vigorizantes fueron también conocidas siglos más tarde por los soldados romanos.

Otra leyenda, esta vez cristiana, narra que cuando José de Arimatea llevó su Santo Cáliz a la Montaña Sagrada de Montserrat, los ángeles quisieron otorgar una prebenda a los visitantes de la montaña, por lo que poblaron sus laderas con tomillo, cuyo aspecto y belleza en flor recuerda al Santo Grial. Desde entonces al tomillo se le asignan todo tipo de propiedades curativas.

También la raza gitana considera al tomillo una planta sagrada, asegurando que un antiguo dios egipcio se la ofreció a su pueblo.

En las zonas rurales siguiendo la tradición popular las ramas de tomillo se usan contra las tormentas y los rayos, junto con el ajo o el laurel. Además, cuentan que la ingestión de una infusión de tomillo salvaje recogido cerca de una colina habitada por hadas nos permitirá verlas.

En numerosas fiestas y romerías de la Región de Murcia es frecuente arrojar tomillo al paso de los Santos. En una de estas celebraciones, las Fiestas de San Roque del municipio de Blanca, es tradición que los romeros recojan tomillo para su bendición.

Ingredientes

    Procedimientos

    Paso 1

    Preparación

    Dejar secar colgado con las hojas hacia abajo durante 1 semana.

    Tome las ramas de tomillo y empiece a frotar encima de un colador grande. Cuando solo queden las ramas, vuelva a colar el contenido y listo, envase y ya tiene el tomillo seco para ocuparlo cuando quiera. Conserve en lugar seco.

    Paso 2

    * 9 imágenes

    Preparación

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